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Galicia es territorio de mitos y supersticiones cuyo origen se remonta a la noche de los tiempos. Una de estas leyendas es la Santa Compaña, una procesión de almas en pena encabezada por un vivo que, portando una pesada cruz y un caldero con agua bendita, sale cada noche a vagar por los bosques enfermando hasta morir. Solo hay una manera de librarse de su condena: encontrarse con otro vivo y darle el relevo. En el silencio sepulcral que se produce a su paso tan solo puede escucharse a algún alma exclamar “andad de día que la noche es nuestra!”.

Hoy en día, el pesimismo y la desesperanza parecen haberse instalado en las sociedades occidentales como respuesta a las crisis que llevamos años encadenando. Tal y cómo la hauntología predijo, hay la sensación de que el futuro se ha cancelado: ha desaparecido la idea de progreso y pareciera como si nos precipitaramos hacia el desastre sin que nadie pudiera remediarlo. Flota en el ambiente el presagio de que algo terrible va a suceder, ¿está cerca el fin del mundo?

A través de esta leyenda, la cual ha sido pregón de muerte cuando el pueblo gallego todavía creía en lo sobrenatural, Andad de día que la noche es nuestra habla de la corazonada pesimista que está contaminando el pensamiento actual. Algo oscuro, luctuoso y terrible está a punto de suceder. Como la gente que se encontraba con la Santa Compaña en medio de un bosque oscuro y silencioso, se nos está avisando de la llegada de la muerte. 

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